Cuantas veces más
he de caer y levantarme,
cuantas veces más debo asomarme al abismo
sin perder un pedazo de mi misma?
Sin fragmentar en mil pedazos
este florón ardiente y palpitante,
que late en la hondura agonizante
ante el dolor de cada herida.
He cumplido a plenitud con mis valores,
con la enseñanza amorosa recibida,
de mi madre, de mi padre y hasta la escuela,
cada precepto inculcado y admitido.
Sin embargo esta flagelación constante,
y sin piedad en mi infligida,
por una suerte de cosas que no entiendo,
es por una fantasmal mano siniestra.
Siniestra y perniciosa me persigue,
como obstáculo voraz que actúa en mi contra,
contra lo sublime y sutil qué hay en mi alma,
contra la bondadosa fuerza que me mueve.
Entiendo que el vulgo no consiga,
calar la estatura de mis ansias,
por encima de su mezquindad me elevo,
por encima de su mediocridad yo vuelo.
Pero he debido seguir este sendero,
con esta pesada carga impuesta,
más ha predominado el don de mi alma,
ha triunfado en mi la generosidad más elevada.
Mariella Bobadilla Pichardo
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