No te perdono vida imperturbable,
vida inconmovible e inalterable,
altanera, voraz y traicionera,
por dotarme de conciencia y raciocinio,
de vislumbres del alma, de razones,
de emociones sublimes y ternuras.
Con burla me has mostrado ser mi dueña
borrando impávida de mi órbita
la orbita vital de tantos amores,
Te has mofado impasible
de mis ansias, de mis quitas,
incluso de mis sueños,
mostrándome con burla ser mi dueña.
No te perdono las lágrimas vertidas,
ni el latido doliente que me postra
de rodillas suplicando tu clemencia.
sangrando sin sangrar el sentimiento,
ese que salpica de agonía mis oraciones,
No te perdonaré la lejanía,
del fruto de mi vientre que se ausenta,
ni el fruto de mi fruto que allá lejos,
enciende la esperanza en mis quimeras,
de verlos por lo menos por un rato.
No te perdono llenarme de ilusiones,
ni de metas alcanzadas, ni de sueños,
porque muero cada día y cuando muera,
a tu devaneo dejaré mi gran tesoro,
mis hijos, mis nietos, mi familia,
lo que más he amado a ti te dejo!
Ya se que no soy más
que un insignificante instante en tu camino,
marioneta fútil de tu teatro,
ese que llenas de espejismos,
ficción que desvaneces con lo años.
No te perdonare jamás esta honda herida,
la conciencia de ver cuanto te dejo!
Mariella Bobadilla Pichardo
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