Dominicana nací yo
por un mágico designio,
y dominicana soy hoy
orgullosa del destino.
Esta insular tierra mía,
la baña un mar de turquesa,
y al norte un océano inmenso
con reverencia la besa.
Espléndidas sus elevaciones
ciertamente se asemejan,
a formación de soldados
que rinde honor a su tierra.
Y en la altura majestuosas
con las nubes se cortejan,
mientras en la honda espesura
los ríos cantan su belleza.
La belleza de su gente,
la gallardía de su gesta,
gesta que se alzó en un indio,
y luego se alzó en todo un pueblo.
Un pueblo cobrizo y altivo
libre enarbola su enseña,
por esta patria bendita,
donde Dios puso su huella.
Yo nací dominicana
y lo seré hasta que muera,
estoy hecha de tambora
acordeón, guira y merengue.
Mariella Bobadilla Pichardo
Derechos reservados