El humor ensombrecido,
crepusculares momentos,
silencios tristes y amargos
que se agolpan en mi pecho.
Más tu silueta encantada
sutil asoma en mi puerta
e ilumina tu presencia
esta habitación silente.
Me miras con esos ojos,
tan dulcemente serenos,
de repente todo es magia,
cuando recibo tus besos.
Esos besos que descargan
el pesar del pensamiento,
y generosos me ofrecen
de repente todo un cielo.
Un cielo pleno de augurios,
que me describe tu aliento,
y el palpitar rebosado
deshoja al fin mis silencios.
Mariella Bobadilla Pichardo /1983
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