este deseo infinito
de un latir irrefrenable
que enmudece y corrompe
la pulcritud del pensamiento.
Percibir este impulso
de arrancar con estas manos,
que han sido trémulas
testigos de lo divino
y fugaces cómplices
de lo perverso,
este cáliz latiente
este floron ardoroso
que la conciencia
enfrenta una y otra vez
en la hondura sublime.
Esta presencia tuya en mi
que me hierve la sangre
espantando la tranquilidad del sueño
y renacer contigo y en ti
aunque sea por momentos,
abstracción de una verdad
a medias..
que transmuta después
en el mismo irrito afán
el sentimiento.
Mariella Bobadilla Pichardo
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