La adversidad del camino
nunca detuvo mis pasos,
por el contrario, fue impulso
al incendio de mis ansias.
Me doblego por momentos,
me lastimó hasta el anima,
a este corazón que alberga,
los sentimientos más altos.
Más no ha podido conmigo
ni la perversidad más baja,
porque altiva y orgullosa cargo
todo el honor de mis actos.
El que aprendí de mi madre,
el que alimente por años,
construyendo con mi historia
la herencia de mis tres vástagos.
Nada, ni alguno podrá,
desviarme de mi cauce,
ni del encendido sentir
que la vida me ha donado.
Nací para las tormentas,
no soy brisa de la calma,
por mis venas corre lava
de un volcán dentro del alma.
Mariella Bobadilla Pichardo.
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