Despierto cada mañana,
busco anhelante tu boca,
esa que mi me trastorna
y desata mis locuras.
Locura de hacerte mío,
solo mío y nadie más,
con el ardor de mis ansias,
con el calor de mi piel.
Remontarte a las alturas
de un jadeante firmamento,
donde se incendien estrellas
que hagan cenizas la noche.
Y cuando se duerma la luna
dando paso a la alborada,
con lo que quede de anoche
encenderemos el día!
Mariella Bobadilla Pichardo.
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