Entre moles de concreto
observo límpido el cielo,
mientras revolotean los pájaros
que en un coro de trinares,
tornan en vasta pradera
mi diminuto jardín.
Extasiada los contemplo,
mientras vuelan presurosos
del suelo a cualquier arbusto,
de un árbol al suelo de nuevo,
mientras cantan su rapsodia,
como música del cielo.
Y doy gracias a la vida
por este lar tan pequeño,
porque es mío, porque es verde,
vasto como una campiña
entre monumentos muertos.
Mariella Bobadilla Pichardo
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