Voy más lento, más despacio,
no porque la edad me ha alcanzado,
si no porque me asusta la prisa
del que camina a mi lado,
esa misma que yo tuve
probablemente hace años.
No es que me he vuelto indolente,
no es que me he vuelto más parca,
ni que no gozo la vida,
momentos de felicidad.
Es que busco y selecciono
lo que a mi mente le place,
lo que a mi corazón le encanta.
No es que me falle el cerebro,
que me falten las palabras,
ni que pierdo la memoria,
cuando soy torpe al hablar,
es que ya no me interesa
tener que darme a explicar.
Ni justificar mis formas,
ni demostrar mi valía,
ni gustarle a nadie más.
Es que solo tengo tiempo
para amarme un poco más,
tal como mis vivencias
han moldeado mi verdad.
Es que me he vuelto más sabia
y es que sin lugar a dudas
por encima de los años,
se lo que vale la pena,
las cosas pequeñas y hermosas,
las que alimentan el alma.
Es que es aún intrascendente
lo que intrascendente era ya,
eso que nada me aporta,
cuanto me impide volar,
más, si me infringe una herida
y resta a mi mente la paz.
Mariella Bobadilla Pichardo
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