el peso de unos rumores
que el corazón me han herido.
Que sabe alguno de mi,
de los temores y dudas,
los traumas y las tristezas,
que me proporcionó el vivir.
Si soy como la risa del río
espontánea, limpia y clara,
que va cantando quimeras
sin reclamarle a las piedras.
Que soy como la brisa errante,
transparente, fresca y suave,
que no sabe de traiciones,
tampoco de distinciones.
Que honro el amor como regla,
el cariño de mis nietos,
de mis hijos los amores
y de mis padres también.
Que amo el aroma de pinos,
la lealtad de mis perros,
de la vida sus colores,
de la verdad su valor.
Que soy el amor florecido,
soy un fulgor de latidos,
un mar de sentimientos unidos,
que han rugido en mi interior.
Mariella Bobadilla Pichardo
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