En ofuscación me encuentro
mirando fija tu cara,
más no es a ti a quien yo miro,
ni es el color de tu cara.
Flores pálidas se apilan
perfumando esa mortaja,
esa cama que te encierra,
como silente palabra.
No hubo tiempo ni hubo espacio
para tomarte las manos,
y decirte cuanto fuiste,
en mi vivir de importante.
De despedirme de tu alma,
de acariciarte las alas,
te has marchado sin decirme
donde volaron tus ansias.
En desconcierto aún te miro
en este día tan aciago,
sin nada que me asegure,
que ese rostro no es tu cara.
Mariella Bobadilla Pichardo.
Derechos Reservados.2022