Cuando me alcancen los años
y se me estreché el futuro,
cuando mis pasos ya lentos
me susurren que no hay tiempo.
Te miraré intensamente
para no olvidarte nunca.
Te tocare con ternura
para percibirte siempre.
Cuando me alcance ese tiempo,
por sobre mis impedimentos
rogare permiso a Dios
por para amarte un poco más.
Y si me fuere negado
tal pretensión de ventura,
sumisamente me marcharia
para esperarte en el cielo.
En el cielo donde Dios,
conoce nuestros amores,
que construimos ha tiempo
cuando te esperé nueve lunas.
Mariella Bobadilla Pichardo
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