Si Dios me diera otra vez
nacer de nuevo algún día,
seguro le pediría
que fuera en Dominicana.
De Montecristi a Romana
de Samana a Pedernales
es que nada se equipará
al esplendor de mi patria.
Montañas que besan el cielo,
un sol que canta su gloria,
y un mar cristal de turquesa
son de mi suelo las huellas.
Palmeras y pinos gallardos,
aves que con su trinar,
hacen de esta tierra mía
del paraíso mi nido.
Si Dios me diera otra vida
sin pensarlo pediría
nacer de nuevo en Quisqueya,
dominicana sería.
Mariella Bobadilla Pichardo
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