Como he deseado olvidarte
desligarte de mi fe, de mi mente y mi corazón,
de las noches de insomnio, de fríos silencios,
aun en los días bañados de luz.
Arrancar de mi tus abrazos y los besos,
tus te quiero, tus promesas y tu risa.
Tacharte de la misericordia del recuerdo,
desterrarte por clemencia en el olvido
No han valido los esfuerzos, ni fallidas tentativas,
ni el enojo acumulado, ni las iras consumidas.
Tres alondras me lo impiden, cantoras de mi existir,
son tu presencia perenne, se parecen tanto a ti.
No puedo borrarte por ellos, ni sacarte de mi ser.
por ti fueron el conjuro, fundamentos de mi haber.
La magia más prodigiosa, melodías de mi vivir,
propósitos de mis días, razones de mi resistir.
En ellos vibra el amor que nos tuvimos un día,
lo que eres, lo que soy, prodigio de uno, en dos!
Cánticos que no se extinguen, pálpitos que no se agotan,
sacrosantos regocijos, obras solemnes de Dios.
Mariella Bobadilla Pichardo/1988
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