Las horas pasan silentes
La vida tranquila duerme
mientras yo entre humo y pasos
agoto mi larga espera.
Esta noche el corazón
no deja en paz la cabeza,
que incontrolable a sus anchas
se la pasa piensa y piensa.
El amor, virtud perfecta,
razón que mueve la tierra,
se encarna en la humanidad
y pierde toda su fuerza.
La debilidad del hombre
responde a sólo provecho,
así el amor se acomoda
sumisamente a los hechos.
Agoniza el corazón
en esta noche desierta,
cansado esta de razones,
hastiado de conveniencias.
Mariella Bobadilla Pichardo
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