Aunque nos engaña el tiempo,
pintándonos de futuro la vida.
Lo cierto es que es traicionero,
y nos inclina ante el fin.
Nos hace creernos la fuerza,
la belleza de años mozos,
y es ahí su falso antojo
que luego nos cobrara.
Se nos arruga la piel,
la vida se hace tan frágil,
los oídos apenas oyen,
mientras los ojos se empañan.
Cual es el fin de esta intrusa,
la edad que inexorable avanza,
bastaría con darnos tiempo,
en total capacidad.
Morir joven es más digno,
que como un guiñapo andante,
donde angustias y dolores
apenan a los que amamos.
Que nos recuerden felices
con todas nuestras facultades
con la fuerza de la vida,
que los sostuvo en sus brazos.
Resulta pues una protesta
de mi íntimo sentir,
quiero mantenerme erguida,
sin cansancio en mi jardín.
Mariella Bobadilla Pichardo
Derechos
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